Estoy aquí, sentado frente a
la computadora, con una bombacha de campo, alpargatas, una chomba, mis dedos
sobre el teclado, y el mate esperando, impaciente, alguna interrupción en el
fluir de mi tipeo.
Y en cada tecla que desciende,
hay un no al mate que se enfría. Y sólo por eso, y sólo con eso, me creo libre… en el sentido más ambiguo
que se le pueda dar a la palabra creo.
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