A
la Libertad
y los Medios de Comunicación, le incorporamos el tema de la Realidad. Para eso recurriremos
a la tantas veces nombrada “Matrix”.
Y qué mejor manera de empezar, que dejar hablar:
Morfeo:
…Supongo que ahora te sentirás un poco como Alicia, cayendo por la madriguera
del conejo.
Neo:
Se podría decir que sí.
M:
Puedo verlo en tus ojos. Tienes la mirada de un hombre que acepta lo que ve porque
espera despertarse. Irónicamente, no dista mucho de la realidad. ¿Crees en el
destino, Neo?
N:
No.
M:
¿Por qué no?
N:
No me gusta la idea de no ser yo el que controle mi vida.
M:
Sé exactamente a lo que te refieres. Te explicaré porqué estás aquí. Estás
porque sabes algo. Aunque lo que sabes no lo puedes explicar. Pero lo percibes.
Ha sido así durante toda tu vida. Algo no funciona en el mundo. No sabes lo que
es, pero ahí está, como una astilla clavada en tu mente y te está enloqueciendo.
Esa sensación te ha traído hasta mí. ¿Sabes de lo que estoy hablando?
N:
¿De Matrix?
M:
¿Te gustaría saber lo que es?. Matrix nos rodea. Está por todas partes, incluso
ahora, en esta misma habitación. Puedes verla si miras por la ventana o al
encender la televisión. Puedes sentirla, cuando vas a trabajar, cuando vas a la
iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus
ojos para ocultarte la verdad.
N:
¿Qué verdad?
M:
Que eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio, naciste
en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu
mente. Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix. Has de verla con
tus propios ojos. Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte
atrás. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que
quieras creerte. Si tomas la roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo
te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda, lo único que
te ofrezco es la verdad. Nada más. Sígueme…
Y luego de
recurrir a la genialidad cartesiana, aunque tal vez no tan original, sobre la
imposibilidad de distinguir con certeza vigilia de sueño, Morfeo agrega: “¿Qué es real?. ¿De qué modo definirías real?
Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a lo que puedes saborear
y ver, entonces el término "real" son señales eléctricas interpretadas
por tu cerebro. Este es el mundo que tú conoces. El mundo tal y como era a
finales del siglo veinte. Ahora sólo existe como parte de una simulación
interactiva neural que llamamos Matrix. Has vivido en un mundo imaginario, Neo.
Este es el mundo como es, en la actualidad. Bienvenido al desierto de lo real…”.
El mundo que
habitamos se nos presenta, y lo aceptamos tal como lo percibimos. Deseamos ser
libres, actuamos como si lo fuéramos, más allá de no tener la certeza teórica
o, más aún, de creer en el Destino.
¿Acaso nos es
imposible acceder a lo real?. ¿Somos esclavos sin saberlo?. ¿En qué momento
irrumpe en nuestras vidas la posibilidad patente, la oportunidad decisiva, de
elegir la pastilla deseada?. ¿Qué elegiremos?. ¿Elegiremos?.
Y ya estamos
entrando a salir. Y todo vuelve, una vez más. Neo se encuentra con la Pitonisa, y luego de
preguntarle si es el Oráculo, se produce el siguiente diálogo:
PITONISA:
Te diría que te sentaras, pero de todos modos no aceptarás. Y no te preocupes
por el jarrón.
Neo:
¿Qué jarrón?
P:
Ese jarrón.
N:
(se da vuelta, golpea el jarrón, cae y se rompe). Lo siento.
P:
Te he dicho que no te preocuparas. Le diré a uno de mis chicos que lo arregle.
N:
¿Cómo lo sabía?
P:
Ohhh... lo que de verdad te preocupará más tarde es: ¿lo habrías roto si yo no
te hubiese dicho nada?.
En
principio, podríamos decir que Neo estaba destinado a romper ese jarrón y la
pitonisa sólo profetizó aquello que ella ya sabía que iba a suceder. Pero tal
vez, y sólo tal vez, estemos en presencia de lo que en ciencias sociales se
llama profecía autorrealizadora o autocumplida. La premonición expresada
termina generando, produciendo, lo que de otra manera tal vez no hubiese
sucedido. En ese caso hay un convencimiento de fondo: el destino se escribe a
cada paso y nosotros somos cómplices, colaboradores, muchas veces
involuntarios, y otras cuantas veces decididamente responsables.